Arte en lugar de Dios



Hay un montón de cosas que le preguntan a un ateo, entre ellas está: ¿No necesitas alguien o algo que le de sentido a tu vida? Sólo hablaré por mi y no en nombre de todos los ateos: sí, pero ese alguien o algo no tiene porque ser un dios.

En primer lugar, el único que puede y que tiene el legítimo derecho de darle sentido a mi vida soy yo, nadie más. Asimismo, como un ser responsable, no debo ceder la responsabilidad de proporcionarle sentido a mi vida a otros. Ni a dioses, ni parejas, ni a hijos, ni amigos, esa responsabilidad recae exclusiva y personalmente en mi. Esa necedad de endilgar a los demás nuestras razones de vivir y ser feliz es motivo de numerosos conflictos interpersonales y hasta sociales.

Ahora bien, si hay algo que me ha ayudado a encontrarle un sentido, no sólo a la vida misma, sino a todo lo que me rodea, ha sido la ciencia y el arte.

Me resulta muy extraña esa necesidad de sentir algo más grande que uno y que controle todos (o casi todos) los aspectos de tu vida. El ser humano se siente sumamente incómodo ante la incertidumbre del mundo, del futuro que se avecina y de la misma muerte. Yo no niego esa incertidumbre, la acepto y, si puedo, la disfruto.

En mi caso, estudiar las diversas formas de pensamiento, no solamente filosófico, sino también religioso, político, económico y científico en general, me ha permitido un mayor entendimiento de lo que me rodea, de su origen y función, por lo cual se me hace innecesaria la existencia de un dios que lo explique todo. Mi bizarra mezcla existencialista, anarquista y nihilista, me lleva a reconocer que soy el dueño de mi propio destino, que mi entorno me influye pero que no me determina, y que puedo dejarme arrastrar por la corriente o luchar contra ella. He elegido la segunda.

Pero más allá de ello, se puede encontrar un verdadero refugio en las artes. Sea cual sea: música, pintura, escritura, actuación, danza, artesanía, etc. El arte puede inspirar, así como proporcionar una válvula de escape para nuestras ideas y emociones, de hacernos entender entre nuestros semejantes, pudiendo proporcionar un sentido de identidad y de comunión.

El arte ha sido utilizado como manera de psicoterapia, como por ejemplo la llamada arteterapia, que utiliza las artes plásticas como medio de recuperar o mejorar la salud mental y el bienestar emocional y social. Se ha empleado para sanar trastornos psicológicos, tratar miedos, bloqueos personales, traumas del pasado, etc, pero, a parte de los fines meramente terapéuticos, la arteterapia es una técnica de desarrollo personal, de autoconocimiento y de expresión emocional. Por tanto no es necesario poseer ningún trastorno psicológico, sino simplemente sentir la necesidad de explorarnos a través del arte.

El arte y hasta el deporte, de manera similar a la religión, ha sido utilizada para reducir índices de violencia, no solamente en barrios pobres, sino hasta dentro de las cárceles, con resultados más socialmente útiles para la comunidad que el encierro en una iglesia.

Quizás el arte no pueda brindarnos soluciones a todos los problemas que nos acongojan, pero ciertamente tampoco lo hace la religión. Todo lo contrario: la religión genera más problemas de los que resuelve, sobre todo a nivel social (discriminación, guerras de religión, rechazo a soluciones médicas o científicas, entre otras). Por eso, para mi, propongo arte en lugar de dios.

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