#SanValentín: El hombre perfecto se parece a mi


No importa cuantos años pasaran, Jesús Cardozo estaba en su mejor momento. Su monólogo y su comedia, aunque mucho más maduro que en el pasado, nunca perdió su gracia ni falta de sutileza. Había aprendido a disfrazar la cruel verdad con el humor.

Comenzó atravesando el escenario con una sonrisa y bajo los reflectores.

- ¡Es bueno estar aquí frente a ustedes! -expresó-... Al menos para ustedes, porque para mi no es tan bueno. Espero que entiendan que yo disfruto hacer comedia, pero me considero terrible haciendo chistes. Descubrí mi inútil talento de hacer reír a la gente la primera vez que fui al psicólogo. Simplemente le conté mis problemas a la doctora y se echó a mear de la risa. Así que en lugar de yo pagar para hacer reír a alguien más, decidí que lo más inteligente era cobrar por ello... por eso estoy acá haciéndolo de gratis... -gruñó entre dientes con mucha gracia.

- Últimamente me va de lo peor con las mujeres -prosiguió-, y es que es verdad lo que dicen: "mujer que no jode es hombre". Fíjense, yo estoy absolutamente en contra de que los hombres tengan varias mujeres y les voy a decir las razones.

Hizo una breve pausa para mirar la cara de intriga de su público.

- En primer lugar -reanudó su monólogo-, creo que sólo un hombre muy valiente y muy estúpido se involucra con dos o más mujeres al mismo tiempo. Es decir, si una sola te jode la vida, no me quiero imaginar dos.

Con ese chiste consiguió algunos aplausos entre las risas.

- Además, en mi familia sufrimos de la tensión alta -volvió-... Y no, no puedo si quiero llegar a ser un viejo verde... En segundo lugar, yo no tengo la plata suficiente para eso. Este es muy parecido al anterior: Si una sola mujer requiere mucho dinero, pues obviamente dos mujeres requieren el doble de dinero; tres sería el triple, y así sucesivamente en una espiral de pobreza.

- En tercer lugar -continuó después de esperar que se calmaran algunas risas, y con un tono más serio-, yo no puedo hacer algo que no me gustaría que me hicieran a mi o a un ser que amo. A mi hermana le montaron cachos, lo cual no me fue agradable; a mi también me hicieron lo mismo, y aunque me gusta creer que soy como Bambi adulto y que los grandes cuernos me hacen ver sexy, tampoco fue muy bueno que digamos... Entonces yo no hago eso -expresó con lástima-, por más buena que esté la tipa... De hecho, una vez me senté a llorar a moco suelto por esa incapacidad de montar cuernos... pero esa historia es muy triste para contárselas hoy...

- ¡Esa es una de las razones por las que prefiero no tener una relación! -exclamó como interrumpiéndose a sí mismo- Esa y varias razones. Por ejemplo, odio que me estén celando, no lo soporto. Y todas las mujeres son celosas. Las peores son las que dicen que no lo son, porque además de celosas son mentirosas. Y es que no solamente es bonito tener una relación basada en la confianza mutua, sino basada en la idea de que el otro es mi compañero, mi amigo, y no una propiedad que hay que vigilar, someter o explotar. Nos han enseñado que el amor es un objeto que se atrapa, en lugar de una criatura que se nutre. Por eso se me hace tan difícil, por eso yo no me junto con cualquier loca... Tiene que ser la loca perfecta.

- Para los hombres -continuó-, básicamente, la mujer perfecta es aquella que nos deja verla desnuda y se ríe de nuestros chistes malos, más alguno que otro pequeño requisito, que no suele ser gran cosa. Somos sencillos. Los organismos más simples son los que heredarán la tierra... por eso las cucarachas y los hombres estaremos en pie de lucha en el mundo post-apocalíptico. En cambio, con las mujeres no sucede igual, y hay una larga lista inconmensurable de requisitos para ser el hombre perfecto. Y la
peor parte es que cada una tiene su propia lista, y ninguna es exactamente igual a la otra... Pero vamos a suponer que el hombre perfecto existe y que se parece mucho a mi... -se dirigió hacia un grupo de mujeres-, ¿No creen ustedes que un hombre perfecto se merece una mujer perfecta? ¿Te imaginas la presión y el estrés que debe provocar intentar equipararte a ese ser tan maravilloso que se parece tanto a mi? A lo que quiero llegar es que, alguien perfecto no es aquel con todo tipo de cualidades, sino aquel que nos ama a pesar de todo... -reflexionó.

- Algo que siempre me hace reír es la manera en que podemos actuar cuando alguien nos gusta. Por ejemplo, cuando a una mujer le gusta un hombre, puede actuar de dos maneras:

1) La empalagosa: parece un chicle pegado en el zapato. Lo quiere saber todo de uno, nos busca conversación y utiliza cualquier medio para demostrar su interés. Son bastante fáciles de identificar.

2) La indiferente: es aquella que, aunque se muere de ganas, no quiere ser obvia y aparenta todo lo contrario a lo que quiere. 

- Irónicamente, las indiferentes pueden ser bastante obvias -prosiguió con su explicación-, porque es lo único que puede explicar tanta indiferencia. Ello se debe a que, cuando una mujer no tiene absolutamente ningún tipo de interés en un hombre ella lo trata como un... -levantó las manos al público para que diera la respuesta.

- ¡AMIGOOO! -respondieron al unísono todos los presentes.

- ¡Así mismo! Me encanta este público tan inteligente. Pero ésta última actitud no tiene mucho sentido. Si te gusta alguien, debes salir por él o ella... o eso (Yo no juzgo). No puedes esperar que ésta persona de repente tenga interés por ti. Las personas perfectas estamos demasiado ocupados salvando el mundo como para ir a buscarte a ti. No seas prepotente... Nos preocupa demasiado lo que puedan pensar de nosotros. Que si estamos desesperados o si somos muy fáciles. Si alguien más piensa así por nuestra manera de actuar, entonces mejor todavía, porque ya sabemos que ese ser no es para nosotros. 

Para ir cerrando, Jesús llama la atención de todos con sus brazos y los invita a hacer silencio. 

- Les voy a contar algo -expresa con intención de culminar-, les aclaro que yo no parezco el hombre perfecto... Es el hombre perfecto el que se parece a mi. 

Se despide de todos entre los aplausos y se desvanece tras el telón. 

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