porque transforma su sonrisa en oro
y todo lo que niega en plomo.
Yo le digo la alquimista,
porque mis átomos
de hierro, calcio y carbono
hacen combustión espontánea,
cuando la miran, cuando suspira.
Yo le digo la alquimista,
porque su sólo toque
hace que explote
como un terrorista.
Yo le digo la alquimista,
porque transforma mis sueños en prosa,
me convierte en matemático,
calculando los días y horas que la veo.
Yo le digo a la alquimista:
Sé que no haces magia
para transformar la vida,
pero si menos miserable será,
si te tengo conmigo en ella.
Comentarios
Publicar un comentario
¡Aquí puedes dejar tu comentario!